La historia la escriben los vencedores.

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A menudo se coincide en que esta afirmación es cierta, pero tendemos a ver su verdad en el pasado lejano más que en algo que pueda aplicarse a acontecimientos más modernos. Por ejemplo, tomemos una batalla en la Europa medieval, es fácil ver cómo el bando victorioso podía exagerar su grandeza en la batalla (y la falta de la del otro), pero con los conflictos más modernos parece haber demasiadas fuentes para que la verdad no aflore. En el pasado, no existía un medio importante de difusión de la información y, por tanto, el único relato escrito se convertía normalmente en el evangelio. Pero con la plétora actual de medios informativos y periodismo de investigación, parece casi imposible que la historia de los “perdedores” no gane terreno. Además, debido a la complejidad del sistema estatal mundial, hoy en día es más difícil tener sólo ganadores y perdedores, aunque nunca fue fácil. Sin embargo, los Estados luchan cada vez más por la ideología además de por los recursos, es decir, por difundir su visión de los mejores medios para organizar y gobernar la sociedad. Pensemos, por ejemplo, en la Guerra Fría, donde el conflicto dominante era entre la idea del capitalismo frente al comunismo. Con esta intrincada complejidad, resulta mucho más difícil decidir quién sale victorioso. La victoria de una ideología es más sutil porque se entreteje en todo lo que hacemos y se acepta como norma. Por lo tanto, es sumamente importante examinar diversos relatos de acontecimientos históricos e ideas, como los que se enseñan en el sistema escolar occidental, que puede considerarse hasta cierto punto un producto de dicha ideología.

Diferentes perspectivas pueden cambiar nuestra forma de ver la historia y eliminar nuestra tendencia a ver las cosas como una operación entre dos binarios. Por ejemplo, el bien frente al mal, lo nuevo frente a lo viejo, los pobres frente a los ricos, etc. Los relatos múltiples pueden desvelar la profunda complejidad de cualquier acontecimiento y superar estas simplificaciones manifiestas. Tomemos por ejemplo el Plan Marshall que, si usted tiene una educación occidental, lo más probable es que le hayan enseñado que fue una especie de gran gesto humanitario de EE.UU., que reinició la economía mundial tras la devastación de la Segunda Guerra Mundial. Pero aunque ciertamente reinició la economía europea, a menudo no vemos que tal reconstrucción permitió a EE.UU. invertir de forma independiente en aquellas instituciones que facilitarían su empresa. Fue una oportunidad para que las empresas estadounidenses también se expandieran. Ahora bien, no se trata de descubrir alguna conspiración profunda bajo la narrativa actualmente aceptada, sino más bien de arrojar luz sobre la complejidad de la historia y los peligros de la simplificación. Porque no es casualidad que unos años más tarde Estados Unidos se convirtiera en la casa de producción del mundo y llegara a representar más del 50% de la riqueza mundial.

Para este post, quería discutir brevemente una historia que nos permite ver las narrativas comúnmente aceptadas bajo una nueva luz y cómo “la historia la escriben los vencedores” no es exclusiva de los conflictos premodernos. Se trata del papel de Cuba en la independencia de Angola y, en consecuencia, del continente africano en general. Si su educación histórica de niño fue como la mía, Cuba fue retratada como una especie de hermano menor problemático de Estados Unidos. Resentida por el dominio de su vecino en los ámbitos económico y político, se rebeló contra ellos y pagó después el precio por ello. Para mí, descubrir el papel de Cuba en África cambió mi percepción de cómo veía e interactuaba con lo universal de la historia, es decir, su propósito y complejidad en un sentido más amplio. Cuba desempeñó un papel clave en el impulso de la independencia entre los Estados colonizados del mundo. Muchos en Occidente parecen pensar que sí, que la historia colonial de Europa fue terriblemente violenta y demás, pero que finalmente entraron en razón tras la destrucción de las guerras mundiales y desarrollaron una perspectiva más humanitaria. Sin embargo, ciertos historiadores revisionistas sostienen hoy que no fue ningún sentimiento humanitario lo que impulsó esa independencia, sino más bien una necesidad. Y algo que rara vez se discute es el papel de Cuba en hacer de esto una necesidad.

“Si no sabes nada de un lugar te sientes libre de pintarlo con tus propias fantasías”

El argentino Che Guevara y el cubano Fidel Castro fueron figuras clave de la Revolución Cubana y también de la liberación de África. Castro vio que, globalmente, el capitalismo no había resuelto ningún problema sino que, por el contrario, había “saqueado el mundo” y creado una intensa concentración de riqueza. Sin embargo, hoy se da la paradoja de que ambas figuras, que eran socialistas acérrimas, han llegado a representar, en los Estados capitalistas occidentales, una especie de ideal liberal de libertad. Esta libertad no es tanto una libertad revolucionaria, sino más bien la libertad de gastar su dinero como le plazca. Esto se refleja mejor (especialmente con Guevara) en la simbolización extrema de estas figuras en la industria de la ropa turística. Mediante la recuperación, han pasado de ser un símbolo de libertad radical y antiimperialismo a través de un inmenso cambio estructural a una señal de que su tío ha estado de vacaciones. Hoy en día, aparte de ser conocidos como “rebeldes” (y explicar así la compra de su tío), sus acciones y creencias quedan un tanto fuera de la conciencia colectiva de Occidente. Sin embargo, profundizar en su historia nos permite ver las cosas desde perspectivas completamente diferentes.

Cuba fue considerada como el primer país socialista del mundo occidental y Castro, su líder, consideraba a Occidente como un opresor de su pueblo. La Revolución Cubana tuvo lugar entre 1953 y 1959 tras la dictadura de Batista, que contaba con el apoyo de EEUU. Tras el éxito de la revolución, el nuevo Estado socialista dirigió su atención hacia otros movimientos de liberación antiimperiales y es aquí donde Angola entra en escena. En total, Castro, Guevara y casi medio millón de cubanos participaron en la lucha africana por la independencia y afectaron significativamente al resultado de estos conflictos. Tras el fracaso de la revolución en el Congo dirigida por el Che, los revolucionarios cubanos persistieron en su ayuda y dirigieron su atención a Angola, que había sido la joya del imperio portugués por su abundancia de recursos naturales.

En la búsqueda de un Estado independiente, dos grupos habían cobrado importancia: el Movimiento para la Liberación de Angola (MPLA) y el Frente de Liberación Nacional de Angola (FNLA). El MPLA tenía vínculos con la Unión Soviética y estaba dirigido por Agostinhi Neto, cuyo plan era llevar el socialismo a Angola. Sin embargo, este socialismo no tenía una forma soviética o cubana, sino que se ajustaba a las necesidades y a la independencia de los propios angoleños. Por otro lado, el FNLA tenía lazos con Occidente debido a sus creencias en las estructuras del capital. Así, con una victoria del FNLA, las empresas occidentales podrían continuar sus inversiones en el Estado rico en recursos. Creían que representaban la verdadera identidad de su pueblo, ya que a sus ojos las ideologías comunistas eran anticristianas y Angola y el cristianismo eran para ellos, inseparables. Debido a esta gran diferencia de creencias, se entablaron negociaciones sobre la independencia con Portugal. El antiguo colonizador había propuesto que el día de la independencia fuera el 11 de noviembre, sin embargo, la hostilidad era cada vez mayor entre los grupos enfrentados. Así, a principios de 1975, estalló una guerra civil, Portugal intervino y Angola se convirtió rápidamente en un campo de batalla.

En esta época, es importante señalar que el llamado Tercer Mundo era un coto de caza. Los Estados europeos, por ejemplo, tenían fronteras precisas que, si alguien intentaba sobrepasarlas, podían desembocar en guerras atómicas. Sin embargo, en las regiones más pobres, no existían tales fronteras y se tenía la sensación de que, mediante el poder y la fuerza bruta, todo estaba por tomar. Esta es la razón por la que Estados poderosos como EE.UU. y la URSS proporcionaron una gran cantidad de ayuda a tales regiones, ya que era una oportunidad para ellos de promover sus ideologías centrales en todo el mundo. La guerra civil de Angola tuvo lugar justo cuando la guerra de Vietnam tocaba a su fin y EEUU era extremadamente sensible con respecto a su política exterior. A pesar de no querer implicarse en otro conflicto exterior, los EEUU estaban evidentemente en contra del MPLA. Para los EEUU, un estado socialista en esta parte del mundo significaría la primera penetración del bloque del Este (URSS) en los asuntos africanos – un movimiento de importancia estratégica clave. Por lo tanto, empezaron a bombear ayuda financiera al FNLA y lo mismo hizo Sudáfrica junto con tropas terrestres, ya que tenían preocupaciones similares sobre la formación de un estado socialista cerca de sus fronteras.

Los cubanos, junto con la URSS, demostraban así, por el contrario, su apoyo al MPLA. Enviaron ayudas similares para utilizarlas contra el FNLA, como los Órganos de Stalin, un tipo de artillería de cohetes que se produjo por primera vez en la Primera Guerra Mundial y que se donó al MPLA en grandes cantidades. El primer gran conflicto tuvo lugar en las afueras de Luanda y se conoce como la Batalla de Quifangondo. Después de colaborar tanto con los cubanos como con los soviéticos, el MPLA empezó a sentir que la URSS no entendía del todo lo que había que hacer en Angola y lo que su pueblo realmente quería. Empezaron a considerar la ayuda soviética como un medio de difundir su propia idea del socialismo, en el mismo sentido en que EEUU lo hacía con el capitalismo. Los cubanos, sin embargo, apoyaron a los soviéticos y creyeron que eran útiles para la causa de Angola. Castro y sus hombres persuadieron así al MPLA de los beneficios de permanecer en alianza con la URSS. Sin embargo, esto cambió rápidamente tras una batalla que provocó la muerte de más de 2000 angoleños. Estaba claro que las tácticas soviéticas no eran tan eficaces como se había planeado y, por tanto, su influencia se tambaleó en el Estado en conflicto. Fue después de esta batalla cuando Castro declaró públicamente que “los soviéticos no saben luchar en guerras africanas, pero nosotros sí”. La URSS comenzó a retirar su apoyo y el principal apoyo del MPLA procedía directamente de Cuba.

Fidel Castro y Agostinhi Neto tras una victoria del MPLA.

Tras una serie de batallas, el FNLA finalmente cedió. Este fue un gran punto de inflexión en la historia de los movimientos de liberación, ya que la independencia se logró sin la dirección del antiguo colonizador. El MPLA fundó así la independencia angoleña en nombre del socialismo. Neto, el líder del MPLA, se convirtió en el primer presidente de Angola en 1975. El resultado de esta lucha fue de gran importancia porque, aunque Portugal había concedido la independencia para más tarde ese mismo año, habría sido una independencia en sus términos. O lo que es lo mismo, un estado independiente pero en el que Portugal decidía quién gobernaría el estado y cómo se gobernaría. Suele ocurrir que cuando una potencia colonial concede la “libertad”, la forma de estructurar el nuevo Estado tiende a basarse en lo que el colonizador considera mejor. Esto se puede ver todavía hoy con el franco CFA en lo que era el África Occidental formulariamente francesa. Aquí, Francia sigue controlando la política financiera de sus antiguas colonias gestionando su moneda a través del banco central francés. La razón por la que la independencia angoleña fue tan significativa fue que liberó al Estado estructuralmente pero también, en cierto sentido, ideológicamente. Noam Chomsky refleja este argumento cuando afirma cómo la intervención cubana en África ayudó a deconstruir el mito en todo el continente africano de un superhombre blanco y de que la grandeza/libertad sólo podía alcanzarse en sus términos. Castro, Guevara y los revolucionarios cubanos fueron parte integrante de esta deconstrucción, no sólo en Angola sino en todo el continente. Lo que es importante señalar es el poder de la ideología y, cuando se está esclavizado durante cientos de años, es psicológicamente común creer que uno es de alguna manera inferior a su amo. Así pues, la lucha africana por la independencia no es sólo una libertad física, sino también mental. Cada vez más Estados empezaron a compartir la victoria del MPLA y Castro y Guevara recorrieron todo el continente, donde fueron recibidos como los héroes del movimiento de liberación africano. Este acontecimiento dio lugar a movimientos similares en Guinea-Bissau, Mozambique y Sudáfrica, donde el apoyo cubano también desempeñó un papel masivo. La influencia de Castro, concretamente, es evidente en cómo Mandela declaró “Viva Fidel” en uno de sus primeros discursos públicos al salir de la cárcel, que dirigió al pueblo cubano.

En general, ésta es sólo una visión muy breve de la historia tanto de la independencia de Angola como de la relación entre el continente africano y Cuba. Sin embargo, volviendo a la frase del título, parece que sigue teniendo validez hoy en día si tenemos en cuenta que este tipo de historias son en su mayoría desconocidas en nuestra conciencia colectiva. Y, parece casi vergonzoso que este tipo de acontecimientos no sean más evidentes en nuestra educación de la historia, ya que nos permiten ver el mundo bajo una luz completamente nueva. Hoy en día, vivimos en un sistema mucho más integrado globalmente y tenemos tendencia a creer que es casi imposible que un Estado se salga con la suya con acciones opresivas hacia otro. Sin embargo, estas reflexiones demuestran que no es así.

Por último, este artículo no pretende servir como una especie de gran desacreditador, en plan: “¡Miren esta historia que les están ocultando!”, etc. Se trata más bien de arrojar luz sobre la complejidad de la historia y de eliminar la tendencia a simplificar las cosas. Es importante investigar y leer diferentes relatos no tanto para tener un mayor conocimiento de nuestro pasado, sino para impulsar colectivamente lo nuevo teniendo en cuenta toda esta intrincación. Así pues, esto se escribió más bien para impulsar ese interés, llevar a otros a descubrir y, a través de esos descubrimientos, ofrecer nuevas perspectivas que nos permitan a todos entendernos y comprometernos unos con otros de forma más eficaz y compasiva.

Si está interesado en saber más sobre Cuba y su papel en la independencia de África, este brillante documental cubre la historia en mayor medida.